Finca Marisánchez, 3 de noviembre del 2011.- Vino caro, vino de calidad. Vino barato, vino de baja
calidad. Un hábito de consumo que se ha roto recientemente cuando el gurú del vino, Robert Parker, ha concedido una alta puntuación a un vino gallego de 1 euro. El periódico El Mundo ha refrescado recientemente esta polémica y a continuación expresamos nuestro criterio.
Coincidimos con Robert Parker
Si a una planta se le puede sacar 15 kilos y le sacas 2 kilos, el coste unitario “de producción” de cada kilo de uva es mayor. Tampoco hay duda de que si vendimias a mano y separando los hombros de las puntas del racimo, también gastas más, y también es obvio que si cada año usas barricas nuevas ese vino te cuesta más producirlo. Pero ¿es ese un mejor vino? Pues no necesariamente, porque ¿qué significa ser mejor?. Que huele mejor, que tiene más o menos color, más o menos barrica, más o menos tanino. Todos podemos estar de acuerdo en que hay ciertos parámetros que todo buen vino debe tener, pero no son condición suficiente. Hay más cosas. Temas subjetivos como la armonía, los equilibrios, la redondez, el cuerpo y mil más que pueden hacer darle 90 puntos a un vino y a usted 60.
Coincidimos con el criterio de Robert Parker. Entendemos muy bien el revuelo de los 90 puntos Parker a un blanco barato, pero es que es posible hacer un vino que conecte con el gran público, es decir, que mucha gente valore como bueno o muy bueno y que a esa bodega le haya costado menos de 2 €, ojo que no significa que cualquiera pueda hacerlo. Esa bodega igual es muy eficiente en sus procesos, tiene muchas economías de escala y ha necesitado muchos años de investigación para saber la combinación adecuada de teclas.
Los costes reales que fijan el precio del vino
El coste de producción no suele ser lo que más pesa en la fijación del PVP que llega al consumidor final. Pero eso pasa en muchos sectores, ahí está el peso de la marca. En muchos países tradicionalmente poco consumidores que se están desarrollando económicamente muy deprisa, el vino es un símbolo de estatus, da prestigio a vinos de una región clásica de vinos. No les importa nada de nada
los desvelos del enólogo para conseguir esos matices, esa finura en boca, esa crianza en lias, etc. Lamentablemente esto pasa en España todavía. Si somos aficionados al vino y no nos importa nada “el qué dirán” lo único que nos debe guiar es que ese vino sepa a lo que a mí me gusta que sepa, independientemente de dónde venga y cuánto cueste. Y que no nos preocupe descubrir que lo que te gusta cuesta 2, 3 5 ó 15 euros. Del mismo modo puedes reconocer sin miedo que no te gusta nada uno de 100, porque lo normal es que ocurra muchas veces.
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